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Psicoterapia Psicoanalítica Interpersonal: Fundamentos y Objetivos

Introducción a la Psicoterapia Psicoanalítica Interpersonal

La psicoterapia psicoanalítica interpersonal es un enfoque terapéutico que combina principios de la teoría psicoanalítica con un fuerte énfasis en las relaciones interpersonales. Este modelo fue desarrollado en las décadas de 1970 y 1980, y surgió como una respuesta a la necesidad de terapias que abordaran no solo los conflictos intrapsíquicos, sino también cómo estos se manifiestan en las relaciones con los demás. La integración de estos elementos permite a los individuos explorar sus pensamientos y emociones en el contexto de sus experiencias interpersonales, otorgando un enfoque más global a su situación psicológica.

Los orígenes de la psicoterapia psicoanalítica interpersonal pueden rastrearse hasta el trabajo de varios teóricos, entre los que se encuentran figuras clave como Harry Stack Sullivan y Donald Winnicott, quienes enfatizaron la importancia de la dinámica interpersonal en la comprensión de la psique humana. Este enfoque se diferencia de otros modelos terapéuticos al poner un acento particular en cómo las relaciones pasadas y presentes influyen en el comportamiento y el estado emocional de las personas. A través de este proceso, los pacientes tienen la oportunidad de mejorar su autoconocimiento y desarrollar habilidades para gestionar mejor sus relaciones interpersonales.

Entre las características distintivas de la psicoterapia psicoanalítica interpersonal se incluye el uso de la transferencia y la contratransferencia como herramientas para fomentar la comprensión emocional. Además, se considera el contexto social y cultural del individuo, lo que proporciona un marco más amplio para la interpretación de sus conflictos. Este enfoque no solo se centra en la problemática interna del individuo, sino que también considera cómo el entorno y las relaciones interpersonales afectan a su bienestar mental. En resumen, la psicoterapia psicoanalítica interpersonal se presenta como un modelo integral que une el legado psicoanalítico con un enfoque moderno en las relaciones humanas.

Principios Básicos de la Terapia Psicoanalítica

La psicoterapia psicoanalítica se fundamenta en varios principios clave que orientan su práctica y su comprensión. Uno de los conceptos centrales es el del inconsciente, que sostiene que gran parte de nuestros pensamientos, emociones y comportamientos se basa en procesos mentales que no están accesibles a la conciencia. Este enfoque sugiere que las dificultades emocionales pueden tener raíces profundas en experiencias pasadas que no recordamos de manera consciente. Al explorar estas áreas ocultas, se busca promover una mayor comprensión y resolución de conflictos internos.

Otro principio fundamental es la transferencia, un fenómeno en el que los pacientes proyectan sentimientos, expectativas y deseos sobre el terapeuta que se originan en relaciones pasadas. Esta dinámica puede proporcionar una oportunidad valiosa para examinar patrones relacionales y respuestas emocionales del paciente, ofreciendo un espacio para reflexionar sobre cómo esas influencias pueden afectar su comportamiento en el presente. Además, la transferencia permite al terapeuta intervenir de manera más efectiva en el proceso terapéutico, iluminando aspectos significativos de la vida del paciente.

Por su parte, la contratransferencia se refiere a las reacciones emocionales del terapeuta hacia el paciente, que pueden ser influenciadas por sus propias experiencias y sentimientos. Este fenómeno puede servir como una herramienta valiosa en la terapia, ya que permite al terapeuta utilizar sus propias respuestas emocionales para profundizar en la comprensión de la dinámica del tratamiento. La gestión adecuada de la contratransferencia es crucial para mantener un entorno terapéutico seguro y efectivo.

En conjunto, estos principios básicos proporcionan una estructura teórica esencial para la psicoterapia psicoanalítica. Al comprender el inconsciente, la transferencia y la contratransferencia, tanto pacientes como terapeutas pueden trabajar hacia la resolución de conflictos internos y la mejora de la salud emocional en un marco interpersonal. Estos conceptos resultan fundamentales para el desarrollo de una terapia efectiva y enriquecedora.

El Enfoque Interpersonal en la Terapia

La psicoterapia psicoanalítica interpersonal se centra en la influencia de las relaciones y las interacciones humanas en el comportamiento y la salud mental de los individuos. Este enfoque sostiene que las conexiones emocionales y la comunicación, tanto dentro como fuera del contexto terapéutico, son fundamentales para el desarrollo de patrones de comportamiento y para la resolución de conflictos internos. Las dinámicas interpersonales juegan un papel crucial en la formación de la identidad personal y en la manera en que las personas manejan sus emociones y conflictos.

En la terapia psicoanalítica interpersonal, el terapeuta actúa no solo como un oyente, sino también como un facilitador que ayuda al paciente a explorar sus relaciones con los demás. A través de este proceso, los individuos pueden comenzar a comprender cómo sus experiencias pasadas, especialmente en relaciones significativas, repercuten en su vida actual. Este entendimiento permite que los pacientes identifiquen patrones repetitivos en sus relaciones, así como los orígenes de sus dificultades emocionales y psicológicas.

La conexión emocional es un componente vital en el enfoque interpersonal. La forma en que un paciente se relaciona con su terapeuta puede reflejar y, a menudo, replicar sus patrones en relaciones fuera de la terapia. Por esta razón, el vínculo entre el terapeuta y el paciente se convierte en una herramienta valiosa para explorar y modificar los comportamientos disfuncionales. La comunicación abierta y honesta durante las sesiones es esencial, ya que permite al paciente expresar sus sentimientos y pensamientos, lo que facilita la identificación de bloqueos emocionales y la elaboración de nuevas estrategias para la interacción social.

En conclusión, el enfoque interpersonal en la terapia psicoanalítica ayuda a resaltar la importancia de las relaciones humanas y la comunicación en la salud mental. A través de la comprensión y el análisis de estas interacciones, los pacientes pueden trabajar hacia una vida más plena y satisfactoria.

Objetivos de la Psicoterapia Psicoanalítica Interpersonal

La psicoterapia psicoanalítica interpersonal tiene múltiples objetivos que buscan mejorar la calidad de vida del paciente a través de la comprensión de sus emociones, relaciones y conflictos internos. Uno de los principales objetivos es el aumento de la conciencia emocional. Este proceso implica ayudar a los pacientes a identificar y procesar sus emociones de una manera saludable y constructiva. Al tener una mayor conciencia de sus emociones, los individuos pueden entender mejor sus propias reacciones y las de los demás, lo que facilita un manejo más efectivo de situaciones desafiantes.

Además, la terapia se centra en la mejora de las relaciones interpersonales. Las dinámicas de las relaciones pueden ser complejas y, a menudo, están marcadas por patrones de comportamiento que el paciente no ha reconocido previamente. Al explorar estas dinámicas dentro del contexto de la terapia, los pacientes pueden desarrollar habilidades comunicativas y de relación que les permitan interactuar de manera más efectiva y satisfactoria con los demás. Este objetivo no solo fomenta relaciones más sanas, sino que también contribuye al crecimiento personal y a la autoestima del individuo.

Otro aspecto importante de la psicoterapia psicoanalítica interpersonal es la resolución de conflictos internos. Muchas veces, las personas enfrentan luchas internas que se originan en experiencias pasadas o en patrones de pensamiento negativos. La terapia tiene como objetivo ayudar a los pacientes a confrontar y trabajar a través de estos conflictos, promoviendo una mayor paz mental y emocional. A través de la exploración de estos temas, los pacientes pueden encontrar nuevas perspectivas y soluciones que les permiten avanzar en su vida personal.

Técnicas y Herramientas Utilizadas

La psicoterapia psicoanalítica interpersonal se sustenta en una variedad de técnicas y herramientas que facilitan la comprensión y el tratamiento de las dinámicas interpersonales del paciente. Estas técnicas son fundamentales para explorar la relación entre la historia personal del paciente y sus interacciones actuales. Una de las herramientas más significativas es la interpretación de sueños. Los sueños son considerados un acceso a los deseos profundos y conflictos internos del individuo. Durante la terapia, el analista puede ayudar al paciente a identificar simbolismos en sus sueños que reflejen sus anhelos y temores, permitiendo así una mayor comprensión de su vida emocional y social.

Otra técnica clave en este ámbito es el análisis de la transferencia. Este fenómeno ocurre cuando un paciente proyecta sentimientos y emociones hacia el analista que originalmente están dirigidos a figuras significativas en su vida. El análisis de la transferencia permite al terapeuta desentrañar patrones relacionales del paciente, lo cual es crucial para el desarrollo de una relación terapéutica efectiva. Esta técnica no solo ayuda a iluminar cómo el paciente se relaciona con otros, sino que también puede ofrecer una oportunidad para trabajar en la resolución de conflictos emocionales arraigados.

Además de estas herramientas, los ejercicios de reflexión interpersonal son esenciales en la práctica de la psicoterapia psicoanalítica interpersonal. Estos ejercicios invitan al paciente a meditar sobre sus propias interacciones y reacciones en diferentes contextos, promoviendo así la autoconciencia. Al explorar sus comportamientos y emociones en situaciones sociales, el paciente puede llegar a comprender mejor cómo sus experiencias pasadas influyen en sus relaciones actuales. En conjunto, estas técnicas y herramientas contribuyen a facilitar un proceso terapéutico eficaz, orientado hacia la mejora de las relaciones y el bienestar emocional del paciente.

Evidencia y Efectividad de la Terapia

La psicoterapia psicoanalítica interpersonal ha sido objeto de numerosos estudios que respaldan su efectividad en el tratamiento de diversas condiciones de salud mental. Investigaciones han demostrado que este enfoque terapéutico, que se centra en las relaciones interpersonales y su influencia en la psique del individuo, puede ofrecer resultados positivos en trastornos como la depresión, la ansiedad y los trastornos de la personalidad. Numerosos metaanálisis han sido realizados, mostrando que los beneficios a largo plazo de esta terapia son significativos en comparación con enfoques terapéuticos alternativos.

Un estudio destacado en el campo es el ensayo clínico multicéntrico que evaluó la efectividad de la psicoterapia psicoanalítica interpersonal en comparación con la terapia cognitivo-conductual. Los hallazgos indicaron que, aunque ambos métodos son eficaces, aquellos que recibieron psicoterapia psicoanalítica interpersonal mostraron una mejoría continua en la calidad de vida, así como una mayor satisfacción con la terapia a lo largo del tiempo. Esta satisfacción se atribuye en gran parte a la atención meticulosa que se presta a las dinámicas interpersonales del paciente, permitiendo un análisis profundo que promueve la autocomprensión.

Además, la investigación en este ámbito ha puesto de manifiesto que los pacientes que participan en terapia psicoanalítica interpersonal tienden a experimentar una reducción notable en la autocrítica y un incremento en la empatía hacia sí mismos y hacia los demás. Esto se traduce en interacciones sociales más saludables, y como resultado, en una disminución de los síntomas de ansiedad y depresión. La capacidad del terapeuta para guiar a los pacientes a explorar sus patrones interpersonales es un pilar fundamental de la eficacia de esta terapia.

En conclusión, las evidencias científicas respaldan la psicoterapia psicoanalítica interpersonal como una intervención eficaz en la mejora de la salud mental. Los estudios indican altos niveles de satisfacción entre los pacientes, lo que valida la importancia de este enfoque en el tratamiento psicológico contemporáneo.

Diferencias con Otros Enfoques Terapéuticos

La psicoterapia psicoanalítica interpersonal se distingue de otros enfoques terapéuticos por su enfoque guía en las relaciones interpersonales y la comunicación emocional. A diferencia de la terapia cognitivo-conductual (TCC), que se centra principalmente en identificar y modificar patrones de pensamiento disfuncionales y conductas problemáticas, la psicoterapia psicoanalítica interpersonal profundiza en la comprensión de los conflictos emocionales y los motivos subyacentes que afectan la vida relacional del individuo. Este enfoque concibe al individuo no solo como un conjunto de pensamientos y comportamientos que deben ser reestructurados, sino como un ser humano complejo que necesita explorar su historia emocional para lograr cambios significativos.

En contraste con la terapia humanista, que tiende a centrarse en la autoexploración y la autorrealización, la psicoterapia psicoanalítica interpersonal atiene a cómo las experiencias pasadas influyen en las relaciones presentes y las expectativas futuras. A través de esta lente, se da gran importancia a la transferencia y contratransferencia en la relación terapéutica. Esto permite a los pacientes entender cómo sus patrones relacionales se repiten en la terapia y en sus vidas cotidianas, lo que resulta en un mayor autoconocimiento y en la posibilidad de actuar de manera más adaptativa en sus interacciones.

Asimismo, la psicoterapia psicoanalítica interpersonal puede ofrecer beneficios significativos al abordar cuestiones de apego y desregulación emocional que, en ocasiones, pueden no ser suficientemente tratadas en enfoques más directos como la TCC. Como resultado, muchos pacientes encuentran que este enfoque no solo les ayuda a resolver problemas inmediatos, sino también a desarrollar una comprensión más profunda de sí mismos y de sus relaciones a lo largo del tiempo.

Casos de Éxito y Testimonios

La psicoterapia psicoanalítica interpersonal ha demostrado ser una herramienta eficaz en la resolución de conflictos emocionales y en la mejora de relaciones interpersonales. Diversos testimonios de pacientes que han experimentado este tipo de terapia destacan sus aspectos transformadores. Por ejemplo, una paciente de treinta años, que llegó a la terapia lidiando con una profunda ansiedad social, comunicó que a través de las sesiones logró identificar y desentrañar las emociones subyacentes que alimentaban su inseguridad. Como resultado, fue capaz de manejar su ansiedad de manera más efectiva, mejorando su desempeño en situaciones sociales y finalmente estableciendo amistades sólidas.

Otro caso notable es el de un hombre de cuarenta y cinco años que experimentaba dificultades persistentes en su matrimonio. Al recibir terapia psicoanalítica interpersonal, pudo explorar la dinámica de su relación y los patrones de comunicación que llevaban a constantes malentendidos. Gracias a la intervención terapéutica, logró reconocer sus propias contribuciones al conflicto, lo que le permitió adoptar un enfoque más comprensivo y empático hacia su pareja. La mejora en su relación no solo fortaleció su vínculo, sino que también le brindó una visión más clara de la importancia de la colaboración en pareja.

Asimismo, una joven madre que sufrió una pérdida significativa en su vida compartió su experiencia con la terapia. A través del proceso terapéutico, aprendió a expresar su dolor y vulnerabilidad, lo que le permitió desarrollar un sentido de resiliencia. Su testimonio resalta cómo la psicoterapia psicoanalítica interpersonal no solo la ayudó a reconciliarse con su duelo, sino que también le proporcionó herramientas para ser una madre más presente y emocionalmente disponible para sus hijos.

Estos casos resaltan el impacto positivo que la psicoterapia psicoanalítica interpersonal puede tener en la vida de las personas, ayudando a la resolución de conflictos emocionales y mejorando las relaciones interpersonales de manera significativa.

Conclusiones y Perspectivas Futuras

La psicoterapia psicoanalítica interpersonal ha demostrado ser un enfoque valioso en el tratamiento de diversas problemáticas psicológicas, ya que integra principios del psicoanálisis clásico con una atención especial a las relaciones interpersonales. Este enfoque terapéutico permite a los pacientes explorar y comprender sus dinámicas relacionales, lo que a su vez puede facilitar cambios significativos en su bienestar emocional. Entre los beneficios más destacados se encuentran el aumento de la autoempatía, la mejora en la comunicación, y la capacidad de establecer relaciones más satisfactorias. Dado el enfoque en las interacciones sociales y la conexión significativa entre el terapeuta y el paciente, se puede observar un avance notable en la resolución de conflictos internos y la profundización del autoconocimiento.

Además, la relevancia de la psicoterapia psicoanalítica interpersonal en la psicología actual continua creciendo, especialmente en un mundo donde las relaciones humanas son cada vez más complejas. Con la influencia de la tecnología, la comunicación virtual y el creciente interés en la salud mental, este modelo de terapia se presenta como una herramienta esencial para abordar los desafíos contemporáneos. La investigación futura en este ámbito no solo deberá centrarse en su eficacia, sino también en su adaptación a diferentes contextos culturales y sociales.

Por otro lado, es imprescindible resaltar la importancia de la formación continua para los profesionales que practican la psicoterapia psicoanalítica interpersonal. El desarrollo de nuevas técnicas y la comprensión profunda de las dinámicas sociales es fundamental para adaptarse a las necesidades cambiantes de los pacientes. Así, la actualización y especialización de los terapeutas en este enfoque asegurará la calidad y relevancia de su práctica en el futuro. En conclusión, la psicoterapia psicoanalítica interpersonal ofrece perspectivas prometedoras tanto para la investigación como para la práctica clínica en el contexto actual de la psicología.

Terapia sistemica

Nardone, G y Watzlawick (1992):

La cibernetica y la terapia sistemica

El título de este capítulo ha sido tomado de un ensayo del famoso cibernético Heinz von Foerster, quien lo considera su imperativo estético. Aunque postulado en un contexto diferente (Foerster 1973), expresa no obstante lo que considero que es un aspecto importante de la evolución de la terapia (la omisión del prefijo «psico» antepuesto la palabra «terapia» no es un descuido, como pienso explicar a lo largo de mi posición).

No sé cómo puede haber surgido la idea exactamente contraria al imperativo de Von Foerster – esto es, la idea de que para obrar de un modo diferente sea necesario antes aprender a ver el mundo de un modo diferente – y había tomado luego un valor dogmático en nuestro campo. Por muy diferentes y hasta contradictorias entre sí como puedan ser las escuelas clásicas y la filosofía de la psicoterapia, una de las condiciones que comparten resueltamente es que el conocimiento del origen y del desarrollo de un problema en el pasado es la condición previa para su solución en el presente. Sin duda alguna, una de las motivaciones irresistibles para esta manera de ver reside en el hecho de que se haya impresa en el modelo del pensamiento y de investigación científica lineal, un modelo al que cabe atribuir el vertiginoso progreso de la ciencia en los últimos trescientos años.

Hasta mediados del siglo XX, era relativamente pocos quienes ponían en duda la presunta valía definitiva de una concepción científica del mundo basada en la causalidad estrictamente determinista, lineal.

Freud, por ejemplo, no dio motivo alguno para ponerla en duda. «Al menos en las antiguas inmaduras ciencias, existe incluso hoy en día un sólido fundamento que se modifica y mejora, pero que no se destruye (Freud 1964). Esta afirmación no reviste un mero interés histórico. Vista desde la perspectiva actual, nos hace conscientes del carácter evanescente de los paradigmas científicos, tanto si se ha leído como si no se leído a Khun (1970).

Pero ingenuamente creerse que bastaría considerar la historia del siglo XX para no tener ninguna duda acerca de las consecuencias terribles producidas por la ilusión de haber hallado la verdad definitiva y, por tanto, la solución final. Pero la evolución de nuestro campo, normalmente con un retraso de una treintena de años, no ha llegado en modo alguno a comprobar esta misma afirmación. Innumerables horas de discusiones «científica» y decenas de miles de páginas de libros y publicaciones se han malgastado constantemente para demostrar que, siendo el modo propio de ver la realidad el único justo y verdadero, todo aquel que vea la realidad de otro modo al estar necesariamente equivocado.

Un buen ejemplo de terror lo constituye el libro de Edward Glower, Freud or Jung? (1956), en el que esté eminente autor emplea cerca de 200 páginas para decir lo que podría ser dicho en una sola frase, esto es, Jung estaba equivocado porque estaba en desacuerdo con Freud. Esto, cabalmente, es lo que _Glover mismo afirma finalmente en la página 190 de la versión italiana (1978); «como hemos visto, la tendencia más consistente la psicología jungiana en la negación de cualquier aspecto importante de la teoría freudiana.» Ciertamente, escribir un libro de este género debería ser considerado una pérdida de tiempo, a menos que el autor y sus lectores estén convencidos de que su punto de vista es el adecuado y que, por ello, cualquier otros erróneo.

Haya algo más que el desarrollo de nuestra profesión no debe hacernos descuidar. El supuesto dogmático de que el descubrimiento de las causas reales del problema actual es un conditio sine qua para cambiar da origen a lo que Karl Popper ha llamado un enunciado que se autoinmuniza, es decir, una hipótesis que se legitima tanto con su cumplimiento como con su fracaso, convirtiéndose por lo mismo en un enunciado no falsable. En términos prácticos, si el mejoramiento de un paciente es el resultado de lo que en teoría clásica se llama insight, entonces ello constituye la prueba de la corrección de la hipótesis que enuncia que es necesario hallar en el inconsciente las causas reprimidas, olvidadas. Si el paciente no mejora, entonces ello es prueba de que la búsqueda de estas causas no se ha dirigido hacia el pasado con suficiente profundidad. La hipótesis vence en cualquier caso.

Una consecuencia correlativa a la convicción de poseer la verdad última es la facilidad con la que quien lo cree puede refutar toda evidencia en contrario.

El mecanismo que ello implica es bien conocido por los filósofos de la ciencia, pero no generalmente por los clínicos. Un buen ejemplo lo ofrece la recesión de un libro se trata de la terapia conductista de las fobias: la reseña culmina en afirmación de que el autor del libro define las fobias «de un modo aceptable sólo por los teóricos del condicionamiento, pero no satisface los criterios que exige la definición psiquiátrica de este trastorno. Por consiguiente, sus afirmaciones no pueden aplicarse las fobias, sino a otras situaciones» (Salzman 1968, p. 476).

La conclusión es inevitable: una fobia que mejora por efecto de la terapia conductista es, por esta razón, una no fobia. Se tiene la sensación de que tal vez parece más importante salvar las teorías antes que el paciente, y vuelve a la mente el dicho de Hegel: «si los hechos no se adecuan a la teoría, tanto peor para ellos» (Hegel era probablemente una mente excesivamente superior para no hacer una afirmación de este género más que en un tono irónico. Pero puedo equivocarme. El marxismo hegeliano, en verdad, lo tomó trágicamente en serio).

Por último, no podemos por más tiempo permitirnos permanecer ciegos en relación a otro error epistemológico, como lo habría llamado Gregory Bateson. Con demasiada frecuencia descubrimos que las limitaciones inherentes a una hipótesis dada son atribuibles al fenómeno que la hipótesis, se supone, debería aclarar. Por ejemplo, en el seno de la estructura de la teoría psicodinámica, la remoción del síntoma debería llevar necesariamente a la sustitución del agravamiento del síntoma mismo, no porque ésta complicación sea de alguna forma inherente a la naturaleza de la mente humana, sino porque se impone lógica y necesariamente a partir de las premisas de aquella teoría.

En medio de tan complicados pensamientos también podemos imaginar que somos presa de una fantasía desconcertante: si aquel hombrecillo verde de Marte llegase y nos pidiera que le explicásemos nuestras técnicas para provocar cambios en los hombres, y nosotros sólo le expusiéramos, ¿no se gastaría la cabeza (o su equivalente) por la incredulidad y nos preguntaría por qué se nos han ocurrido teorías tan complicadas, abstrusas y poco concluyentes, en vez de, y de todo, investigar acerca de cómo sucede cambio, en el hombre, de modo natural y espontáneo y a partir de hechos cotidianos? Quisiera por lo menos indicar alguno de los antecesores de aquella idea tan razonable práctica que Von Foerster ha resumido tan acertadamente con su imperativo estético.

Uno de ellos es Franz Alexander, a quien se debe el importante concepto de experiencia emocional correctiva; nos dice (Alexander y French 1946): «durante el transcurso del tratamiento, necesario -ni tampoco posible -evocar todos los sentimientos que han sido reprimidos. Es posible alcanzar resultados terapéuticos sin que el paciente evoque todos los detalles importantes de su historia pasada; en realidad, ha habido buenos resultados terapéuticos incluso en casos en que no ha sido liberado a la superficie ni un sólo recuerdo olvidado. Ferenczi y Rank fueron de los primeros en reconocer este principio y aplicarlo en terapia. No obstante,  la antigua convicción de que el paciente sufre con los recuerdos a incidir y penetrado tan profundamente en la mente de los analistas que incluso hoy en día les es difícil a muchos reconocer que el paciente está sufriendo no tanto por los propios recuerdos como por su incapacidad de hacer frente a los problemas reales del momento. Los acontecimientos del pasado han preparado, claro está, el camino a las dificultades del presente, pero toda reacción de la persona depende, en definitiva, de los modelos de conducta sumidos en el pasado.»

Algo más adelante que el autor afirma que «esta nueva experiencia correctiva puede proporcionarla la relación de transferencia, las nuevas experiencias vitales o ambas causas a la vez» (Alexander y French 1946, página 22). Aunque Alexander atribuyen importancia mucho mayor al experiencia del paciente en las situaciones de transferencia (porque éstas no han sido a acontecimientos casuales, sino inducidos por el rechazo del analista a dejar sin poner un rol parental), no es obstante consciente de que es propiamente el mundo externo el que suministra aquellos acontecimientos casuales que pueden provocar un cambio profundo duradero. De hecho, en su Psychoanalysis and psychotherapy (Alexander 1956, página 92), afirma específicamente que «esas intensas y reveladoras experiencias emocionales nos dan la clave para la comprensión de los resultados terapéuticos enigmáticos obtenidos en un tiempo considerablemente más breve de lo que es usual en psicoanálisis».

En relación con esto, Alexander (Alexander y French 1946, página 68 -70) hace referencia famoso relato de Víctor Hugo sobre Jean Valjean, en Los miserables. Valjean, un criminal violento, tras su liberación después de una larga permanencia en la cárcel que lo había vuelto todavía más brutal, es sorprendido robando los objetos de plata de la diócesis. Es conducido ante el obispo quien, en vez de tratarlo, un ladrón, le pregunta con mucha amabilidad por qué ha olvidado dos candelero de plata que formaban parte del regalo que él le había hecho. Esta amabilidad cambia totalmente el modo de ver de Valjean. Todavía bajo el efecto de la turbación causada por la «reestructuración» de la situación operada por el obispo, Valjean encuentra un muchacho, Gervais, que, jugando con sus monedas, pierde una pieza de cuarenta sous, Valjean pone el pie sobre la moneda impidiendo que Gervais la recupere. El muchacho llora, le pide desesperadamente que le devuelva su moneda y, al final, se va. Sólo entonces, a la luz de la generosidad del obispo, Valjean se da cuenta de cuán horrorosamente cruel e su comportamiento es sólo una hora antes le habría parecido de lo más normal. Corre tras Gervais, pero no llegué encontrarlo.

Víctor Hugo explica: «tuvo la impresión de que la comprensión del obispo el salto más formidable que jamás hubiera sufrido; que su dureza habría perdurado si hubiese resistido su clemencia; que si él hubiese servido, habría debido renunciar al odio con el que las acciones de los demás habían llenado su alma durante tantos años y que tanto le gustaba; que esta vez debía vencer o quedar vencido y que una lucha, enorme definitiva, había comenzado entre su maldad y la bondad de aquel hombre. Pero una cosa que antes ni sospechaba era cierta: que él no era ya el mismo hombre; todo había cambiado para él, y ya no estaba en su mano poder desembarazarse del hecho de que el obispo le había hablado y le había cogido la mano.»

Debemos tener presente que Los miserables es una obra escrita en 1862, medio siglo antes de la aparición de la teoría psicoanalítica, y que sería algo ridículo afirmar que el obispo podría ser un simple analista precursor. Más bien, lo que Víctor Hugo muestra en la perenne experiencia humana de cambio profundo que emerge de la acción inesperada e imprevisible de alguien.

No sé si otro eminente psiquiatra y estudioso, Michel Balint, a asumir explícitamente en su trabajo el concepto de Alexander sobre la experiencia emocional correctiva. No obstante, en su libro The basic fault (1968, página 128 -129), menciona el clásico «incidente» de la voltereta, que sirve de excelente ilustración de esta experiencia. Estaba él trabajando con un paciente, «una muchacha atractiva, vivaz más bien coqueta, de unos 30 años, cuya principal inquietud era su incapacidad de llegar a un objetivo». Ello se debía, en parte a un «temor e inseguridad paralizante que resaltaban cuando se hallaba en trance de ponerse algún riesgo, como por ejemplo tomar una decisión». Balint describe cómo tras dos años de tratamiento psicoanalítico «se dio la explicación que aparentemente la cosa más importante para ella era mantener una postura bien erguida, con los pies bien puestos sobre el suelo. Como respuesta, ella dijo que nunca, desde su más tierna infancia, había sido capaz de ser una voltereta, aún cuando, en el transcurso de su vida, hubiese intentado muchas veces hacerla. De modo que le dije: «¿y ahora?» Entonces se levantó del diván y, con gran sorpresa suya, hizo una perfecta voltereta sin dificultad alguna.

«Este hecho vino a ser una auténtica brecha. Siguieron muchos cambios, en su vida emocional, social y profesional, todos ellos en el sentido de una libertad de elasticidad mayores. Además, estuvo en condiciones de hacer frente a un examen profesional de especialización de gran dificultad, superándolo, se prometió y se casó.»

Balint prosigue luego, por un par de páginas más, intentando demostrar que este repentino cambio significativo no estaba, pese a todo, en contradicción con su teoría de la relaciones objetales. «Quiero subrayar -concluye -que la satisfacción no ha sustituido a la interpretación, sino que será añadido» (página 134).

(…)

Nardone,G. y Watslawick, P. (1992). El arte del cambio. Manual de terapia estratégica e hipnoterapia sin trance.  Barcleona: Herder