Narcisismo y psicoterapia

Personalidad narcisista
Todo el mundo se ha tropezado alguna vez con alguien insufriblemente arrogante, que se cree superior a los demás, un tipo de persona tan pagado de sí mismo que se queda “enganchado” en fantasías de poder casi divino, riquezas infinitas, una inteligencia super dotada o una celebridad sin parangón. Estos individuos no sólo piensan que son mejores que los demás, sino que también miran a los otros con desprecio por su inferioridad o simplemente por su mediocridad. Ellos brillan y se supone que los demás debemos aspirar su resplandor. Para ellos, de restos mortales son más que abejas obreras cuya única función es obedecer y ser dirigidas por ello, pero nunca tener una idea propia u original, ni mucho menos una vida independiente de sus planes y deseos. A cambio de tener el honor de trabajar con ellos, creen que los demás deben anticipar cualquiera de sus necesidades, excusarlos de toda obligación, mundana y realizar infatigablemente el rutinario trabajo que requiera el cumplimiento de sus gloriosas ambiciones y brillantes ideas. Éste tipo de personas sacan provecho constantemente en los demás y los explotan con todo descaro. Su egocentrismo hace que estos sujetos sean indiferentes a los derechos y bienes de los demás, y que también suelen prescindir de las leyes sociales. Para justificar sus acciones, racionalizan hasta la náusea y elaboran razones más o menos solventes que expuso su falta de consideración y su actitud de superioridad, a la vez que lo sitúan en la mejor posición posible. Cuando son presionados o se pone en tela de juicio su conducta, se comportan de forma aún más arrogante y displicente, y pueden llegar a enfurecerse. A estas personas se les conoce como personalidades narcisista.

Cultura y narcisismo
Las culturas individualistas valora la identidad individual sobre la identidad del grupo. Por tanto, la patología narcisista encaja bien en ese tipo de ambiente cultural. Pero, ¿cómo parecería y se expresaría en una cultura colectivista? En una cultura individualista, el narcisista es el “don divino al mundo”. En una cultura colectivista, el narcisismo es el “don divino a la colectividad”. Dado su estatus especial, el narcisismo colectivista requiere privilegios en el grupo, inaccesible los demás. Por ejemplo, en la España del siglo XV, una cultura colectivista, los varones primogénitos eran denominados hidalgos (literalmente, “hijos de alguien”) y heredaban los bienes familiares. Los hijos posteriores eran denominados segundones y, dado que su inferior estatus en la familia, debían hacer su propia fortuna. No es sorprendente que muchos conquistadores españoles que llegaron al nuevo mundo en busca de fortuna fueran segundones.

Dado que el mismo se desarrolla según patrones culturales, cabría esperar diferentes líneas de formación de sí mismo en sociedades distintas. Roland (1992) propone la existencia de un cinismo familiar o nosotros-mismo, más característico de las culturas colectivistas, y un cinismo individualizado o yo-si mismo, más característico de las culturas individualistas. En Estados Unidos, una sociedad individualista, la representación interna de sí mismo hace hincapié en la individualidad y en un cinismo con límites externos que lo hacen poco menos que impermeable. Por tanto, “las estructuras individualistas narcisista que guían su auto imagen … están relativamente contenidas en el cinismo y son independientes (Warren y Caponi, 1995). En la culturas colectivistas, como en el Japón, el desarrollo de un cinismo interno “requiere relaciones de intimidad emocionalmente intensas”, reciprocidad simbiótica y unos límites envió que sean permeables y accesibles al resto de la colectividad. Por tanto, “las configuraciones narcisista de nosotros –mismos … reflejan una autoestima que proviene de una potente identificación con la reputación y el honor de la familia, los grupos y los otros, en relaciones jerárquicas”.

Asimismo, la forma de hablar de los propios logros depende de la orientación cultural. Las culturas individualistas permiten que la persona exprese una gran estimación por el sí mismo y sus logros. Por tanto, uno puede “hablar con Kantor sobre sus logros, incluso sobre su propia grandeza” ( Stone 1998). Sin embargo, en las culturas predominantemente budista, como el Japón, las personas aprenden expresar sentimientos que reflejan absolutamente lo contrario. El narcisismo si en tal pone énfasis en exaltación de sí mismo, por tanto, los logros personales suelen atribuirse únicamente a él. Por el contrario, en las culturas colectivistas los logros personales se atribuyen al inquebrantable apoyo del grupo… algunos autores denominan el narcisismo típico de Estados Unidos como narcisismo exhibicionista, y el del Japón como narcisismo oculto.

Millon, T y Davis, R. (2001). Trastornos de la personalidad en la vida moderna. Barcelona: Masson